El pintor Jose Cuneo nace en 1887; dibuja en el Círculo de Bellas Artes con Carlos Ma. de Herrera y comienza cursos de escultura con Felipe Menini. Parte muy joven a Turín donde ingresa al taller de Leonardo Bistolfi y dibuja con Antón Mucchi que le decide a la pintura. En Turín Cúneo define algo más la obra de Fontanesi en una gran sala que el Museo Cívico le dedicó al autor de "Las nubes" le indica el tema de los cielos. Viajando a Venecia recoge el exaltado color de sus pintores.
En París en 1909, su admiración prende en una exposición de pasteles y acuarelas. Lo que selecciona como válido son apoyos inteligentes para sus virtudes; esas influencias le despiertan y afirman condiciones que desarrollar . Reconózcase al artista desde muy joven una exacta comprensión de sus propios valores. A su vuelta a Montevideo trae una serie de "jardines" y "lagos italianos", que muestran una composición de formas en planos grandes, muy decoradas y de exaltado color. Enriquece su "manera" de crear mediante viajes por todo el mundo, pintando exponiendo y aprendiendo.
La obra de Cúneo está integrada por un conjunto de series. Importa esto una manera de trabajar. No ejerce este artista una postura muy de su generación, de los post-impresionistas, de los impresionables, de aquellos que atentos al advenimiento de la gracia pictórica registran la más variada y eventual temática.
Vuelto de aquel viaje a Europa, el pintor pasa una larga temporada en la campaña de Florida realizando una serie de cuadros sobre temas de los rancheríos, los ranchos de terrón y paja brava, la miserable vivienda del paisano criollo que emerge del terreno como un accidente de la misma tierra. En esta serie de ranchos, los cielos se mueven cada vez más, no ya en caprichosos movimientos sino como agitadas fuerzas cósmicas Consecuencia lógica de estas preocupaciones por el misterio de los cielos, es la aparición de la luna en sus temas, siempre le interesó la majestad de los cielos.
Luego de los ranchos y las lunas, Cúneo adopta el procedimiento de la acuarela para pintar un extenso conjunto de paisajes uruguayos, de escenas pastoriles y cerriles. Es el paisaje de Cúneo en sus acuarelas, la naturaleza con aisladas notas de vida y señales de trabajo del hombre absorbidas por la misma grandeza del escenario.
Pintor de sucesivos tiempos y de diferentes circunstancias, sensible a los reclamos de cada hora, habiendo cumplido en grado sobresaliente el período histórico de las artes nacionales por comunicar una visión de conocimiento de la imagen de su país, donde enseñó autenticidad, se aparta desde 1955 - serie de paisajes italianos del Lago de Iseo - de la representación. Fue dura su terquedad en las pesquisas por obtener un lenguaje dentro de la abstracción. No reniega su pintura anterior, la respeta, pero los nuevos cuadros que firma con el apellido materno Perinetti investigan una nueva vida para su pintura posterior.
Lo que le preocupa entonces es el enrolamiento juramentado y cumplido en las especulaciones plásticas de las que en su juventud se había apartado o curioseado muy periféricamente como los afacetados del cubismo y la multiplicación de aristas en la construcción de volúmenes que los ha de aplicar en lo que sintió como una impostergable función cultural necesaria a su medio que hemos referido y que la perspectiva histórica le ha de reconocer sin fronteras.
En 1961 expone una retrospectiva de sus 50 años como artista, pero su vida artística llegará a abarcar 70 años de producción. A partir de 1963 el reconocimiento de su obra alcanza importantes distinciones dentro y fuera de fronteras.
Es premiado en la X Bienal de San Pablo en 1969 y en 1974 recibe el Premio Nacional de Pintura de Cagnes su Mer. Vuelve a Europa en 1976, donde fallece el 19 de julio de 1977 en Bonn.
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