"La mayoría de la gente entiende por arte hoy, algo que nació en Europa hace poco más de dos siglos"
A veces hay que sacarle el polvo a las palabras. Sacudirlas un poco para que recuperen su sentido virginal, como decía Valéry. Pongamos por caso la palabra arte, tan involucrada como está en interrogantes ontológicos de actualidad como la muerte del arte o los que tratan de definir qué es arte y qué no. Sería bueno saber lo que designa para luego comprobar si está en vías de extinción. O cuánto de su sentido ha cambiado para que abarque cosas tan diferentes como la Gioconda, el tiburón de Damien Hirst o la obra de Carlos Herrera que ganó el Petrobras.
Habría que empezar por recordar que lo que la mayoría de la gente entiende por arte hoy es algo que nació en Europa hace poco más de dos siglos, aunque haya sido presentado tan eterno y universal como el aire. Algo relativamente nuevo, si se lo compara con la edad de las piezas que acumulan los museos bajo ese rótulo y proponen una experiencia sensible y secular, cuando en verdad formaban parte de rituales, eran objetos de devoción o directamente cosas útiles. Fue allí y en el siglo XVIII cuando se estableció la separación jerárquica con la artesanía –más próxima al oficio de lo útil– y se elevó la condición del artista admitiendo su libertad creativa y el poder que confiere la imaginación. Nada de eso llegaron a gozar Leonardo ni Rafael, por nombrar algunos de los que la historia consagró como “genios” de su tiempo. Todos vivían de encargos que cumplieron a rajatabla y el pensamiento romántico prefirió pensar que no. Así se acuñó la idea de “bellas artes” que promovía la inutilidad expresa del arte y una experiencia sólo accesible por vía de la contemplación. Idea que a pesar de las vanguardias y el arte conceptual aún se proyecta en el imaginario colectivo y dificulta entender qué hacen Damien Hirst y Leonardo juntos. Quizá por eso la mayoría no acaba de aceptar que una misma palabra sirva para ambos o que en lugar de una expresión de la imaginación emancipada remita a una serie de conductas e instituciones en una trama de relaciones de poder.
ANA MARIA BATTISTOZZI - Revista cultural Ñ
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