Hay pinturas y películas pero también suciedad de alcantarillas y hasta una obra con heces. "Mugre" se exhibe en Londres.
"Dirt”, la cautivante muestra de la Wellcome Collection, se inicia con algo impactante: una ventana tan roñosa que no hay ni un centímetro de vidrio visible debajo de la suciedad, una espesa sustancia que titila repulsivamente bajo las luces de la sala. Es mugre de alcantarillas , mugre de calle, mugre de las ciudades arrastrada con el polvo y la basura. Provoca un rechazo inmediato.
Sería muy difícil exagerar el efecto físico que causa la escultura de James Croak, de 1991, fundida en mugre de barredoras. No importa cuánta Historia del Arte pueda condensar, lo que cuenta es el impacto primario.
¿Huele? ¿Vierte mugre? ¿Amianto? ¿Gérmenes? Nos mantenemos a distancia. La mugre está en todas partes y no queremos enfrentarla.
Los que estén dispuestos a superar esta aversión natural se sentirán entusiasmados por la muestra de la Wellcome. Contiene más de 200 piezas, desde pinturas, películas y esculturas hasta los microscopios del siglo XVII de Antoine van Leeuwenhoek y los primeros inventos para esterilización de Joseph Lister; desde comerciales de jabón y retratos de Inspectores de Molestias hasta oscuras obras del Museo de la Higiene de Dresden: la suciedad como metáfora racial.
Los curadores rastrillan el mundo mugriento de la suciedad, evaluando las asociaciones con la limpieza, la santidad y el orden social –“Arrest All Dirt!” (arresten a toda la mugre) exhorta el policía de Londres de los años 20– así como también con la religión, la ética, la clase y la mortalidad.
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