En la exposición antológica que se efectúa en el Centro Cultural de España, es posible recorrer una sintética visión de su modo operativo, teniendo como lema, según se puede leer en los manifiestos, la invención "como estallido del deseo", como potencia, y la creación "como cosa realizada".
En París, Carmelo Arden Quin exploró varias modalidades alternativas. Mantuvo una "fidelidad a los principios enunciados por vez primera en Buenos Aires y resistió los embates de las poderosas corrientes de la posmodernidad. Es posible conjeturar varias series dentro de la orientación general de la estética madí. La serie más ortodoxa y ajustada del contorno irregular y el marco recortado obediente a cánones establecidos por los manifiestos madís, no respondieron a un criterio unánime. Se adoptaron dos, fundamentalmente. Por un lado, el marco, el parergon, acompasa el núcleo central de la tela, el ergon, que a su vez está dividido en pequeños planos lisos de color homogéneo surcados por gruesos bordes negros.
El color negro no es contorno sino que emerge como fondo coloreado de manera opuesta al enrejado ortogonal del neoplasticismo. La mirada debe capturar la extrema movilidad de las formas rectangulares o trapezoidales, círculos en perpetua movilidad. (Forma madí, n° 2, Cosmópolis, Euritmia, Miroir), una geometría alterada, visualmente en constante desplazamiento, no desprovista de, tensiones cargadas de cierto dramatismo con resonancia del arte tribal africano y sudamericano. Por otro, la línea y el color negro desplazan los campos de color al interior de ese núcleo (Plan Ueu) y no necesariamente establecen una composición rítmica con el marco. Por momentos, el marco desaparece y queda el corte neto, limpio, delimitante del cuadro, siempre irregular.
Las últimas tses décadas y hasta principios de 2010, Arden Quin, vinculado al ambiente artístico francés e internacional, mantuvo un sostenido impulso creador, renovado con elegancia, claridad cromática y hermosura visual, siempre en actitud lúdica, de arraigado y continuado cinetismo donde asoma, a ratos, el color blanco dominante, proveniente de su admiración hacia Vantongerloo. También abundan los coplanares y las formas triangulares, a veces enfrentadas, aunque también los rectángulos y los cuadrados (Gesta 44), en referencia albersiana o incorporando a la escultura chapas de acrílíco y aluminio, en infinitas variaciones dinámicas y espaciales, mientras los objetos de madera móviles y colgantes, se diferencian de Alexander Calder por su austeridad y afirmación del propio material utilizado, ejecutado con preciosismo formal. NDM – La Republica- 08.11.10
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