Una entrevista que dieron para el programa argentino el club del arte, esta muy interesante vale la pena verla.
Mondongo. En el nombre está implícito el mensaje de este colectivo de artistas integrado por Juliana Laffitte, Manuel Mendanha y Agustina Picasso, decidido a ser puerta de acceso de las multitudes al arte por medio de un lenguaje expresivo que se vale de un "guiso de materiales" infrecuentes para crear obras de alto impacto.
Este colectivo que nació en 1999 con la primera cena, en el Centro Cultural Recoleta.
Han pasado diez años y la eficacia marketinera del nombre, sumada a la originalidad de la obra, los ha llevado por el mundo a la conquista de halagos y mercado. Fue Florencia Braga Menéndez, hoy directora de Museos de la Ciudad, quien los puso en el candelero en 2002 con una muestra de retratos de gran formato dedicados a figuras del jet set del arte, desde Amalia Fortabat a Federico Klemm, pasando por Jorge Glusberg y Ruth Benzacar. Los materiales elegidos estaban asociados al personaje en cuestión. Por ejemplo, el retrato de Amalita está hecho con perlas (falsas, no cultivadas); el de Glusberg, con caramelos Media Hora (por el largo "rato" que estuvo al frente del MNBA); y la recordada Ruth, retratada con fósforos en homenaje a su encendida pasión por el arte.
El entusiasmo que el trabajo del grupo Mondongo despertó en personalidades de la política y las artes en España, como ocurrió con el refinado Miguel Ángel Cortés, hombre de acceso directo al Palacio de la Zarzuela, culminó en el encargo de los retratos de sus majestades Juan Carlos y Sofía, y del Príncipe Felipe, entonces todavía soltero. El material elegido fueron espejitos de colores, en alusión directa a ciertos indecorosos mecanismos de seducción que los conquistadores españoles habrían utilizado en costas americanas. Los retratos quedaron muy bien.
El paso por la galería Daniel Maman encontró al Grupo Mondongo aplicado a darle formato de obras monumentales a una serie de temas recurrentes: la vida, la muerte y el sexo. Aunque la historia oficial sea el cuento de Caperucita Roja, ellos no olvidan al lobo feroz. A veces, los materiales les han jugado una mala pasada e incluso hubo un cliente, conocido anticuario, que debió renovar los chacinados que habían utilizado para el retrato que colgaba sobre la cabecera de su cama.
Antes de conformar un colectivo, Picasso, Laffitte y Mendanha eran artistas de caballete y pintaban al óleo o con acrílico. A raíz de un viaje a Estados Unidos, reunieron los trabajos en una carpeta común y le pusieron Mondongo. Lo demás es historia conocida.
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